Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Alberto Fuguet, Sudor, Literatura Random House, Barcelona, 2016, 608 pp.


¿De qué trata Sudor? Lo que diría Restrepo, el personaje escritor de la obra, es que es un libro sobre un editor gay y un mal amorío que no podía acabar bien. Sin embargo, relegar este libro como una simple diss track en contra de un famoso autor mexicano es negar su más grande logro: su humanidad. El libro habla tanto de los dolores de la intimidad y de la torpe navegación entre amigos, compañeros, amantes y exes, como de sexo en baños y de placeres carnales.

     El protagonista, Alfredo Garzón, es un editor para Alfaguara de cuarenta años. Vive con su mejor amigo, Vicente Matamala, divorciado, y acaba de salir de un mal momento con un amorío pasado, Julián Moro. También tiene pegado a Renato Adriazola, un chico de treinta años que acaba de descubrir la intimidad (y su propia sexualidad) con Alfredo; además, muchos amigos, escritores y examantes, como Alejo Cortés y Augusto Puga Balmaceda. Todo esto se convierte en una especie de rutina para Garzón hasta la visita de los Rafael Restrepo Carvajal, padre e hijo, para la presentación de un libro. Esta visita es el marco que nos muestra el cambio más radical en la vida de Alfredo (y de todos los que lo vivieron junto con él).

     Las peripecias de Garzón, que son todo el libro, van desde quejarse del gusto de Matamala y del calor de Santiago a usar Grindr en la madrugada a ayudar a un amigo escritor a pavonearse en un restaurante. Eventualmente, llega a la fiesta con Rafa, entre cocaína, poppers y bastante alcohol.

     Sudor es un libro sensual. La ola de calor que enmarca el relato es usado como excusa por muchos para darse a más encuentros sexuales de los que pueden. Garzón propio se ve bastante perturbado por el calor: su sudor constante le recuerda a su propia carne, su propio deseo, y el olor del sudor de los demás hombres le trae recuerdos, el deseo y el placer. Fuguet no duda en pintar la vida sexual de Alfredo con el mayor detalle, donde incluso el encuentro más increíble resulta bastante real, creíble, casi como un recuerdo propio del lector.

     La sensualidad del relato es parte de su propuesta: uno no puede mentir cuando está con alguien más de la misma manera que puede mentir en el trabajo o con sus amigos. Es más probable que uno se mienta a sí mismo, y es en esta liminalidad entre la verdad y la mentira que se ve la destreza de Fuguet: descubre que la verdad no es un absoluto, que existen varias realidades que chocan entre sí y de todos modos logran coexistir.

     La prosa de Fuguet, elástica y fluida, es otro punto fuerte de la obra. Sus diálogos, sin marcas que los separen del resto del texto, mezclándose entre los pensamientos de Garzón y la narración de su vida, son excepcionalmente frescos y sinceros. Fuguet no esconde nada, y su apuesta por la sinceridad ha sido la clave de su novela: no esconde nada, y este retrato, más verosímil que verdadero, permite al lector explorar todas las dimensiones de Alfredo.

     Sudor también es un libro que habla sobre la industria literaria, una crítica a veces poco velada y otras muy sutil, pero no menos ácida.  A través de la visita de Restrepo Carvajal, critica a la industria que parece más dirigida a vender que a publicar buenos libros; la publicación del libro de los Restrepo logró dejar en bancarrota a Alfaguara, por ser pésimo para ser vendido fuera de Chile. También hace una dura crítica al aludido por Restrepo Carvajal, y a la figura del viejo literato del boom, más idolatrado por quien fue y lo que representa que por lo que escribe. Con Puga, critica la figura del escritor que escribe por representar un papel y no por tener la convicción; con Alejo, critica a la falta de apoyo y atención que tienen los escritores serios, y su timidez, que no los permite llegar a ser leídos y respetados.

     El juego de Fuguet con la realidad dentro de Sudor es notable. La vida de un editor de no ficción, un hombre que vive drogado durante la mayoría de su episodio con Rafa, nos acerca una de las tesis más importantes del libro: la novela es más real, más verdadera, porque permite acercarnos a cosas, situaciones, sentimientos, de una forma que no es posible con la no ficción. El libro de los Restrepo, una mezcla de recuerdos del padre y fotografías sin inspiración del hijo, un retrato de la realidad, es considerado basura por todos a quienes se les pregunta: una pieza que se expone, pero que no se lee, al contrario de los poemas de Rafa, de los mismos pensamientos de Garzón.

     La intimidad en la que se ve colocado Garzón, entre la extrema necesidad y sed de Renato, quien lo busca, lo sueña y no lo deja en paz, y la lejanía de Julián Moro, cero compromisos, con quien tiene momentos que le tocan, pero nunca logra concretar nada más que un “me caes bien”, es probablemente el hilo conductor de la novela. Con la llegada de Rafa, que es íntimo, pero no sofoca como Renato, y que es cool como Julián Moro, pero sí se deja vulnerar, Alfredo corre de un lado a otro, volviéndose sobre sí mismo y reflexionando no solo sobre lo que significa ser gay, también sobre lo que significa tener a alguien y sobre la manera en que debe uno vivir.

     Fuguet ha soltado un gran libro en Sudor. Es un libro que incomoda, que pica, un libro que asquea y que definitivamente insulta; no es un libro que uno lee y pasa por alto. Es una obra monumental que no te deja sin pensar sobre lo que realmente significa estar con alguien, querer a alguien o acercarse a otro. La propuesta por la sinceridad extrema y el retrato vívido de la vida de Garzón hacen una obra que quema las ideas preconcebidas, que te convulsiona en tu lugar y provoca que no te puedas quedar quieto hasta reconocer, como Garzón, que en realidad sabemos mucho menos de lo que nos gustaría admitir, y que escondemos mucho más de lo que nos gustaría presumir.

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