Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Marc Torices y Jesús Marchamalo, Cortázar, Nórdica Libros, Madrid, 2017, 280 pp.


Después de haber pasado la noche en la vieja pensión, Julio cayó en la cuenta de que se había equivocado. Si bien había partido de la placita, subido por la calle de suelos empedrados, cruzado el callejón y tocado el timbre, resultó que la posada en la que había dormido no era la que su amigo le había dicho, aunque todo el camino seguido había sido un perfecto espejo de sus instrucciones. Tal vez todos los caminos llevaban a la misma pensión, o quizá el mismo camino dirigía a todas las pensiones. En Cortázar, biografía ilustrada de esta leyenda de la literatura latinoamericana, Marc Torices y Jesús Marchamalo deciden abrir la historia de Julio Cortázar con este suceso completamente inexplicable que, sea real o imaginario —para el mismo Cortázar no habría diferencia—, perfectamente enmarca los antecedentes que dieron origen a una literatura única.

Es bien sabido que para Cortázar la supuesta frontera que divide lo real de lo fantástico era sutil y casi inexistente; la fantasía consta de sucesos misteriosos que se cuelan, traviesos, entre las grietas de lo cotidiano, asaltando nuestra consciencia e invadiendo nuestro día a día. La irracionalidad duerme plácidamente en el mundo que conocemos y toma la forma de coincidencias que no hacen más que demostrar la imposibilidad del ser humano de controlar su propio devenir. Cortázar abrazaba ese mundo de caos ordenado, lo aceptaba como suyo y hacía de él su principal inspiración: “Porque la vida de Julio Cortázar está, de algún modo secreto, persistente, regida por el azar. Los sucesos misteriosos, las casualidades, mágicas en apariencia, que se repetían casi a diario como señales misteriosas”. A diferencia de cualquier otra biografía, la obra de Torices y Marchamalo se compone no solo de los aspectos más significativos de su vida, sino de fragmentos estratégicamente elegidos que demuestran el vaivén de la fantasía en su vida, circunstancias inexplicables, incluso absurdas, que simplemente estuvieron ahí.

El nacimiento bélico de un completo pacifista, el borroso recuerdo de un dragón de colores centelleantes y la apariencia enfermiza de aquel niño que quería ser marino, músico y boxeador colorean la niñez de Cortázar de tonos sombríos, que más adelante se convertirán en motivos dentro de su obra. Su imaginación había sido el único límite de su existencia, y Julio, ávido lector desde temprana edad, tuvo que enfrentarse a la idea de que la fantasía existía cuando su niñez terminaba. Más adelante, la prescripción médica de reducir su ración de lectura a la mitad sirvió como punto de partida para la fría, crítica y, sobre todo, elegante inteligencia que caracterizaba al autor: “Ese día —escribió muchos años más tarde— empecé a tener la certeza de que el mundo estaba lleno de idiotas”.

Una combinación dinámica de ilustraciones, fotografías, cartas, reproducciones gráficas de Argentina, de Italia, de Cuba y, sobre todo, de París, vuelven la experiencia de lectura (y de apreciación visual, en mayor instancia) un encuentro íntimo con Cortázar, y, además, un breve paseo por su disparatadamente cuerdo imaginario. Las ilustraciones de la biografía son capaces de reflejar la mente maestra detrás de obras como Rayuela, Bestiario o Final del Juego, así como de narrar los primeros pasos del autor como profesor, traductor y escritor, su firme compromiso político y el recuento de las mujeres que dejaron huella en su vida. Entre juegos de luz y denso humo de cigarrillo, se asoman las señales que, en conjunto, conforman el mapa que guía al lector hacia la comprensión de su mundo.

Cortázar es un homenaje a la indescifrable pero intrigante personalidad de Julio Cortázar. No es necesario un gran análisis de su obra para quedar inmerso en su magnético carácter, pues, aunque de fácil lectura, la combinación de imágenes y acontecimientos provoca un acercamiento profundo al escritor. Asimismo, el uso del dibujo para expresar toda una vida, los cambios de tonalidades, la combinación de técnicas y la incorporación de elementos aleatorios a la par de los hechos la vuelve una obra llena de vida, que acertadamente toma la forma de un juego de azar a través del cual se esconden los fragmentos más significativos de la biografía de Cortázar. Su esencia es observable en los escenarios parisinos, el jazz, los gatos, los espirales y la política, haciendo de Cortázar una lectura cautivadora. A través de esta obra, la magia que Julio sabía imprimir a todo es finalmente visible para aquellos que únicamente lo conocíamos a través de su escritura.

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