Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Alfonso Reyes, Ifigenia Cruel: una lectura crítica, UANL, Monterrey, 2017, 318 pp.


“Es el último grito de mi juventud. De hoy más, no tendré ya un aliento de libertad como el que he tenido hasta llegar a ella”, afirmó Alfonso Reyes sobre su poema Ifigenia Cruel en una carta remitida a José María Chacón y Calvo en 1922. Ahora, casi un siglo después de la publicación de dicho poema, la Universidad Autónoma de Nuevo León ha querido evocar aquel grito juvenil del regiomontano mediante la reedición del poema acompañado de una serie de ensayos críticos titulada Ifigenia Cruel: una lectura crítica. La Facultad de Filosofía y Letras decidió celebrar el festival alfonsino de este año con tal publicación con el objetivo de rendir homenaje a don Alfonso. El año pasado se hizo lo mismo con Visión de Anáhuac, y en el futuro, se espera seguir reeditando más obras de Reyes con un acompañamiento crítico.

En general, Ifigenia Cruel: una lectura crítica comparte con el lector los diferentes ángulos analíticos del poema propuestos por ensayistas, poetas y críticos literarios.  Recordemos por un momento el desenlace de la obra de Reyes: Ifigenia, la heroína griega, se encuentra en Táuride después de haber sido arrebatada por la diosa Artemisa para ser su sacerdotisa. Vive en el exilio aunque no lo sepa, pues no recuerda nada de su vida pasada, la cual había estado plagada de traiciones y matanzas. En un momento del poema, Orestes, su hermano, evoca el pasado de Ifigenia y ella logra recuperar la memoria que había perdido, o sea, ocurre la anagnórisis. Entonces Orestes le ofrece volver a casa y ella, al percibir nuevamente los horrores de su pasado, decide quedarse con la diosa. No hay que olvidar que este final es distintivo en la obra de Reyes pues no se asemeja al clásico original de Eurípides y a las adaptaciones de Ifigenia más antiguas como lo son las de Goethe y Racine. Asimismo, es clave recordar el contexto histórico de la obra, pues Reyes se encontraba en Madrid cuando la escribió, con el propósito de huir del contexto de la muerte de su padre y el cúmulo de matanzas y traiciones que traía consigo la Revolución en México.

A pesar de ser Ifigenia Cruel un poema tan complejo, la obra es examinada en la edición crítica desde pocos temas específicos ya que mayoría de las posturas críticas son similares. En general, los autores hablan de la libertad y la analogía entre el personaje de Ifigenia y la vida de Reyes, temas anteriormente analizados por autores como Octavio Paz, José Vasconcelos y Jorge Luis Borges. El que se traten estos temas repetidamente dice mucho del poema y del mismo Reyes. Ifigenia es un espejo de su mismo ser y un espejo de la libertad como él la percibía. Se entienden las razones por las cuales los críticos se centren en estos temas específicos, ya que el mismo poema está escrito intencionalmente para expresarlos, pero no habría por qué negarse a intentar nuevas interpretaciones. Ahora bien, si Reyes no se hubiera expuesto tan detalladamente en la figura de Ifigenia, no se habría llegado a asimilar ambas identidades como una sola; y si su poema no hubiera resaltado el anhelo de la libertad y la manifestación de esta como una expresión auténtica del individuo, tampoco se hubiera llegado a estudiar este tema a profundidad. En pocas palabras, la esencia de Ifigenia cruel son estos dos temas concretos y, sin ellos, no podríamos decir que se trata del mismo poema.

Diría que lo característico de esta edición es la manera en la que los autores indagan y profundizan sobre las cuestiones de la obra; pueden hablar de lo mismo, pero lo hacen con un estilo perfilado desde diferentes perspectivas que invitan al lector a leer y releer el poema, a adentrarse en el mundo alfonsino. Sin duda alguna, varios ensayos aportan herramientas sólidas para leer a Reyes y entender su interpretación, así como para colocarse en las palabras de Ifigenia, en la angustia que le provocaba su pasado ensangrentado y en lo que todo esto posiblemente significaba para Reyes y para México. Personalmente, me ayudaron a profundizar en la diferencia entre el México de Reyes y el México de ahora. ¿Ha cambiado el estado ensangrentado del México alfonsino? ¿O es que México, así como Micenas, es una nación condenada a una maldición regida por el asesinato y las fuerzas violentas? Tal vez el México de ahora no difiere mucho del de Reyes; aunque no vivamos en tiempos de revolución, experimentamos la guerra contra el narcotráfico, los tiroteos frecuentes en distintos estados del país, el terror de la inseguridad, el creciente número de secuestros, la trata de personas, la corrupción, la indiferencia del gobierno… ¿qué no es todo esto una asimilación a la “raza ensangrentada” de Ifigenia? ¿Qué no es cualquier situación de la cual todo mexicano decidiría escapar como lo decidió Ifigenia? México ha cargado consigo mismo una historia violenta, desde la etapa precortesiana hasta la Independencia, la Revolución y hasta nuestros días, y parece ser que no puede deshacerse de ella. ¿Será México una sociedad forjada ante la violencia, condenada a perpetuarse de tal manera?

La edición consta de dieciséis ensayos críticos, pero explicaré brevemente solo cinco, aquellos que más llamaron mi atención. Entre los autores que se centraron en el tema de la libertad, encontramos a Carlos García Gual, Minerva Margarita Villarreal y Pablo Sol Mora. Primeramente, en “Ifigenia dice no”, García Gual se propone exponer las distintas adaptaciones que ha habido de Ifigenia a lo largo de los años, para después enfocarse en comparar la de Eurípides, Goethe y Reyes. Termina estableciendo la principal distinción de las tres obras: el final, clave para distinguir la libertad de Ifigenia en la obra de Reyes, la cual se caracteriza con la negación de Ifigenia en regresar a Micenas. García Gual entonces toma este hecho para establecer que se trata de “una nueva conciencia de Ifigenia sobre sí misma”, que rechaza el destino establecido por los dioses. En ocasiones basado en un artículo de Ana María Teja, la aportación de García Gual se centra más que nada en el acto independiente de Ifigenia en decir no, en su libertad de decisión, que a fin de cuentas es un rasgo fundamentalmente humano. En un plano similar al de García Gual, Minerva Margarita Villarreal, en su ensayo “El feminismo de Ifigenia. Una posible lectura de Ifigenia Cruel”, habla sobre la nueva Ifigenia que no está sujeta a la memoria de su pasado pues, incluso después de la anagnórisis, ella lleva a cabo su propia decisión. Villarreal nos comparte que lo más valioso de Reyes es la forma en la que el autor enseña “esta faceta tan perturbadora del encierro femenino y de la ciega dedicación al oficio que se pide a una mujer” al punto de que Ifigenia prefiere no volver a la maldición micénica. La escritora también habla sobre la alianza entre Ifigenia y Artemisa, y que la decisión de la primera radica en huir del patriarcado para resguardarse en un “recinto sagrado femenino”, que surge de su propia voluntad. En cuanto a esta perspectiva, realmente no puedo decir que al leer el poema percibiera la misma perturbación del encierro femenino como lo hizo la autora. Reyes no hizo énfasis en el horror del patriarcado y lo drástico que es exigirle a la mujer cumplir con su rol como ama de casa. Son ciertas las distintas posturas de Villarreal al hablar sobre la libertad de Ifigenia, sobre su autonomía y su importancia en la trama, pero pienso que estas se dirigen más que nada por la superación de la raza maldita que perseguía a Ifigenia, y no tanto por escapar la “imposición patriarcal” de Micenas. Es una perspectiva feminista interesante, pero, a mi parecer, un poco forzada. En cuanto a la alianza devocional entre Ifigenia y Artemisa, Villarreal añade que en esta se presencia un misterioso erotismo, pues fue la Diosa la que le dio vida a la heroína griega determinándola como “fuego inapagable” y “luz de eternidad”. Realmente no podemos concebir una relación tan utópica entre la Diosa e Ifigenia como la sugiere Villarreal en el poema de Reyes. Para empezar, Artemisa tuvo la culpa de que Ifigenia olvidara su pasado y se encontrara en otro tipo de circunstancia violenta y ensangrentada al ser su sacerdotisa. Ella fue quién pidió su sacrificio y, aunque tuvo misericordia de ella, fue la primera en arrebatarle su libertad al obligarla a ser su sacerdotisa. En todo caso, Artemisa representa una imagen mucho más negativa que la del patriarcado. Asimismo, cabe añadir que la Diosa no tuvo manifestación alguna en el poema de Reyes, por lo que no se puede concebir del todo que había una alianza amorosa y fiel entre ambos personajes. En ningún momento se percibe que Ifigenia decide quedarse por la fidelidad que sentía hacia Artemisa o por la seguridad que emanaba de aquel “recinto sagrado femenino”. Se percibe más que nada su disgusto hacia el pasado, hacia Micenas y a su raza destinada a la muerte.

El ensayo de Pablo Sol Mora, “Ifigenia entre Segismundo y Semíramis: una lectura calderoniana de Ifigenia Cruel”, se enfoca en realizar una comparación de Ifigenia con dos de los protagonistas de Calderón de la Barca, Segismundo de La vida es sueño y Semíramis de La hija del aire, para evidenciar que el tema clave de las tres obras es la libertad humana y que Reyes no pudo haber concebido la libertad de Ifigenia sin la influencia de la lectura calderoniana. Entre los primeros ejes de comparación, destaca el aspecto monstruoso de los personajes y el descubrimiento de su propia identidad. En este último punto, describe la manera en la que Segismundo e Ifigenia reconocen su pasado y por ello, logran tomar rienda sobre sus propias decisiones. En cuanto a Semíramis, menciona que la libertad de este quedó destruida precisamente por no querer conocerse. Termina concluyendo entonces que, tanto el final de Reyes como el de La vida es sueño, es una “afirmación del libre albedrío”.

En cuanto al tema de la analogía entre Ifigenia y Reyes, casi todos los autores lo mencionan, pero hay unos cuantos que hablan más detenida y analíticamente acerca de él; entre ellos los de Coral Aguirre y Marcos Daniel Aguilar. El texto de Aguirre, titulado “Elogio del Exilio”, enfatiza el contexto histórico en el que Reyes se veía sumergido para dar a entender que lo expresado en el poema de Ifigenia Cruel son los sentimientos de Reyes en base a lo que vivía en el momento. Aguirre resalta los cinco tiempos de la obra definidos por el autor  regiomontano para ejemplificar la manera en la que Reyes es representado en cada uno de ellos con la figura de Ifigenia. Destaca el ánimo de Ifigenia/Reyes: ambos en el exilio, sin contacto con el pasado por haber escapado de su destino, frente a un mundo extranjero. Toma la descripción de la amistad de Orestes y Pílades para aludir a la de Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña, relación que Reyes pudo haber evocado con dolor en su exilio. Después traza el contraste entre el desconocimiento y la identificación propuestos por Orestes e Ifigenia para retratar el mismo contraste de Reyes entre México y Madrid. Hace referencia al momento de la identificación en el que Ifigenia/Reyes se percatan de las consecuencias causadas por su patria: “el crimen del cual su sangre fue objeto”. Y narra cómo Ifigenia/Reyes optan por no regresar a la tierra que los condenó. Sin duda alguna, la perspectiva de Aguirre es ilustradora en el sentido en el que propone a los lectores una lectura indagadora y empática sobre la vida de Reyes. Marcos Daniel Aguilar, en su ensayo “El día en que el cielo apedreó a la tierra. Memoria en torno a la redención pat(er)ria”, también habla sobre el contexto histórico de Ifigenia Cruel y de cómo esta tragedia parecería una historia sobre el pueblo mexicano, “estirpe maldita que se impone constantemente a las fuerzas violentas que la quieren sofocar”. Alude en su mayoría a la semejanza entre Ifigenia y Reyes para establecer que Reyes, después del asesinato de su padre, decide no participar más en la “raza ensangrentada” que México representaba. Aguirre también hace mención de la importancia de Grecia y de cómo Reyes se basó en ella no para repetir un mito ya existente, sino para hablar de la actualidad mediante Grecia, “nuestra Grecia”. Esta parte de su ensayo logra ser también un grito como aquel de Reyes para dar a entender que Grecia es un punto de partida para representar los problemas contemporáneos.

A final de cuentas, todo es Grecia. Y lo que acontece en el día a día tiene una relación directa con nuestros orígenes. El hecho de que varios autores hayan decidido traducir las circunstancias de su presente mediante un lenguaje helénico habla de la sintonía que aún compartimos con la antigua civilización. Ifigenia Cruel es un recordatorio de que la Antigua Grecia sigue siendo nuestro punto principal de partida, nuestro grito inicial.

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