Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Mario Bellatin, El libro uruguayo de los muertos, Sexto Piso, México, 2012.


Si algo caracteriza a la obra de Mario Bellatin es que no teme experimentar con el lenguaje y El libro uruguayo de los muertos –donde fragmentos aparentemente inconexos retratan las preocupaciones del autor sobre la enfermedad, la muerte y la vida después de ella– es una muestra más.

     Esta fórmula de escritura fragmentaria pareciera ser la más adecuada para representar a cada uno de los muertos que regresan a manera de recuerdos: «la vida regresa en fragmentos, muchas veces a través de las imágenes que voy captando con mi cámara, cargada la mayoría de las ocasiones de algunos muertos y sus tiempos paralelos» (pp. 36-37).

     El oscuro imaginario característico del autor se manifiesta en los muertos que siguen presentes a través de sonidos guardados en edificios antiguos, en una mujer que cada año va a desenterrar al cadáver de su marido, en la búsqueda de unos muñecos en una Bahía de Cuba, en el abuelo fascista con los miembros amputados o en la búsqueda de una Frida Kahlo que aún vive y es vendedora de comida en un mercado. Los fragmentos muchas veces son inseparables de la fotografía, arte que el autor ha practicado desde pequeño y forma ahora parte elemental de su obra. Bellatin lo nombra como el texto-foto amalgama, una foto que no puede existir sin el texto y viceversa. Este experimento recuerda mucho al que realizó con su obra anterior La clase muerta, en la que las imágenes que se logran a través del lenguaje se representan también a partir de las fotografías, y es quizá una forma de captar lo que el lenguaje no puede retratar de la realidad: «es posible que sólo sean manifestaciones de un más allá indefinido, que el ojo humano está incapacitado de captar. La cámara de fotos […] quizá pueda descubrirnos algo» (p. 105).

     Escrito a manera de carta a un amigo del que no se menciona su nombre, los fragmentos que componen El libro parecieran no tener un hilo conductor aparte del recuerdo producido por el fragmento anterior. Todos están narrados con un tono muy íntimo mediante el que parece tenerse acceso a una faceta más personal del autor. En ésta se ve a un Bellatin que padece diversas enfermedades y es sometido a incómodos y largos tratamientos. Dichas experiencias se entretejen con las de otros personajes que padecieron enfermedades crónicas durante su vida.

     Es precisamente una de estas historias la que considero más interesante del libro: Bellatin se encuentra investigando sobre Frida Kahlo y se entera que aún sigue viva. Al escuchar que algunos la vieron ponerse de pie mientras su cuerpo era incinerado, él opta por creer esta versión, aunque la historia confirme que murió en 1954. Tras este descubrimiento, el autor emprende la búsqueda de esta otra Frida, a través de la cual expone su creencia acerca de la vida después de la muerte. Bellatin parece creer que todo es un solo tiempo: no hay pasado, presente o futuro, por lo cual es posible que Frida sigua existiendo como una especie de fantasma en un pueblo instalado en las montañas. Al encontrarla, afirmó que «no era una Frida Kahlo corporal. Parecía más bien un fantasma que continuaba vivo después de cincuenta años. […] Era como si una ráfaga de viento se estuviera llevando constantemente lo corpóreo y quedara sólo el vacío como testimonio de su presencia» (p. 117).

     Esta atracción por la posibilidad de que una mujer viviera después de su muerte es parte también del sufismo que el autor practica: «de cierta manera, una posibilidad semejante tiene que ver con determinado pensamiento místico, el cual afirma que la realidad es inmanente y se viven en simultáneo todos los tiempos y todos los espacios» (p. 101). Este misticismo determina tanto las ideas que debate con el receptor de sus cartas como el acto mismo de su escritura. Una de las prácticas del sufismo es la meditación en se repiten muchas veces ciertas oraciones o palabras, muy similar a lo que ocurre en este libro, donde se repiten una y otra vez párrafos escritos anteriormente con cambios en la sintaxis o el vocabulario. Esta repetición corre el riesgo de conducir al lector al hartazgo.

     Hace tiempo, por lo demás, que Bellatin rechazó seguir criterios editoriales o comerciales: «cuando hace años oí los primeros comentarios acerca de mis textos, noté que justamente lo que yo deseaba que ocurriera era lo equivocado» (p. 38). En esta obra confiesa que ha roto sus contratos con las editoriales anteriores, y que se encuentra en constante búsqueda de una casa editorial donde le permitan conservar su autenticidad.

     Si bien el libro cuenta con historias rescatables, éstas se siguen con dificultad a través del texto. Además, algunas se confunden con otras que parecieran estar relacionadas, como el sueño del niño que se inicia en el sufismo, sueño que a su vez se parece al cuento que le contaban a Bellatin en su infancia. Es así como, en su afán de experimentación formal, El libro deja de ser una lectura placentera y sorprendente, y acaba estancando al lector en una repetición sin sentido.

     Bellatin pareciera justificar la existencia de otras de sus obras y las libertades que se tomó en el proceso de creación, como en La biografía ilustrada de Mishima o el Tratado sobre Frida Kahlo; insiste mucho en por qué escribió su primer Libro de perros  o por qué utiliza fotografías de cámaras análogas para sus textos, e incluso se disculpa con su amigo por las digresiones y repeticiones en las que recae. Ahora bien, Bellatin ocupa un lugar destacado en las letras mexicanas por permanecer fiel a su estilo e insistir en que se respete su autenticidad. Sin embargo, en El libro uruguayo de los muertos parece haber llegado a un punto en que se olvida de que al final del proceso hay un lector. La sensación que queda al final de la lectura es la de haber leído un ejercicio de constante reescritura del que el lector es innecesariamente un testigo.

     A lo largo del texto, Bellatin insiste al remitente de sus cartas que no lea algunas de sus obras de las cuales se arrepiente. Solo espero que El libro uruguayo de los muertos no sea el objeto de una retractación futura.

  • Isaac LR junio 17, 2013 at 7:14 pm / Responder

    Bellatín se ha olvidado del lector.

    • Mario Arteca septiembre 3, 2013 at 11:43 pm / Responder

      Enhorabuen que se haya olvidado. Justamente de eso se trata.

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